Somos como la nada, somos nada en la nada
un engendro del cosmos cuya existencia vana,
como una mariposa, nace por la mañana
y se muere en la noche, sin ver más la alborada.
En las noches escucho la triste campanada
del carillón del pueblo, en la iglesia cercana,
y por cada sonido que emite la campana
se va un jirón de vida, paso a paso a la nada.
El tiempo es un misterio y la nada un abismo
por él me precipito muy lejos de mí mismo.
Es inútil la lucha, todo esfuerzo es en vano,
por detener el tiempo en su mortal abrazo,
con ritmo inexorable agiliza su paso,
se desliza sin pausa, como el agua en la mano.
Juan Manuel Olveira
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